El 20 de Octubre del 2011 se celebró en el municipio de Jericó un gran foro que tuvo como tema central “la minería y los conflictos políticos, sociales y ambientales", abarcando sus problemáticas locales, nacionales internacionales
Fuente: Periódico La Calle 30
Invitados especiales como Tatiana Rodríguez Maldonado de “Censat Agua Viva, amigos de la Tierra Colombia” y participantes internacionales como Abel Arpi (Coordinador de la Asamblea de los Pueblos del sur, Ecuador) Ofelia Vargas y Pablo Sánchez de Franchesch (Grufides Perú), dieron apertura a uno de los eventos más importantes de la región del suroeste, no solo por su carácter internacional sino por la calidad temática relacionada a conflictos socio-ambientales y mecanismos de resistencia
La moderadora, Rodríguez Maldonado, inicia la intervención retomando aspectos de contextos políticos e históricos haciendo énfasis en que la minería no solo fue un tema que se inició en el gobierno de Uribe y Santos, sino que ya existían antecedentes en gobiernos anteriores (Gaviria, Samper, Pastrana) y que en un contexto latinoamericano se desarrolló un amplio proceso de construcción de códigos bajo la influencia de empresas canadienses, matriz del negocio minero mundial. La Ley 685 del 2001, Código de minas, determina que la minería es de “utilidad pública e interés social (Art. 13)” herramienta legal que nutre la megaminería y nos obliga a protegerla, pero realmente plantea muchos conflictos con relación a la soberanía alimentaria, el medio ambiente y la autonomía de los pueblos, afectando profundamente los intereses de las comunidades. Estas “grandes concesiones mineras han generado grandes preocupaciones”, señala Rodríguez Maldonado.
Abel Arpi, defensor ecuatoriano de la Madre Tierra, enfáticamente señala que “somos América Latina y debemos iniciar la lucha juntos”. El reconocimiento de la riqueza hídrica, la flora, la fauna, la comida tradicional, la cultura y el territorio, nos debe obligar a pensar “para qué y para quién la minería”, resulta irónico imaginar que pueden “sacar el oro de las montañas para depositarlo en las bóvedas de los bancos, debemos replantearnos ése mal llamado ´desarrollo´” . Agrega que si el Estado es el dueño del subsuelo “¿acaso nosotros no somos el Estado? y por ello el subsuelo es de nosotros, vale la pena defender ese derecho”. Arpi Hace claras denuncias de los impactos sociales y ambientales que genera la minería, resaltando la desintegración, división y destrucción de los pueblos, la corrupción, la salud, prostitución, violencia, alcoholismo, contaminación y transformación del paisaje. Finalmente describe mecanismos de resistencia donde se piensa inicialmente replantear concepciones de “desarrollo” y “riqueza”, cuestionando el “mejoramiento” de la infraestructura como expresión del desarrollo que nos ofrece la actividad extractivista, dice que “la verdadera salud no consiste en tener muchos centros de salud, la verdadera salud consiste en no enfermarse”, además señala, “si dicen que somos pobres ¿por qué nos van a saquear?”. Las comunidades han dado sus vidas por defender sus territorios y “mientras tengamos la barriguita llena no tendremos pobreza”, se debe seguir fortaleciendo el estudio de las leyes y reconocer nuestros derechos para luchar por un ambiente sano y equilibrado, iniciando procesos educativos en la familia, el barrio, las escuelas, colegios, universidades, empresas… “es urgente regresar nuestros ojos a la tierra, mantener la relación madre e hijo, en la madre tierra nacimos, vivimos y morimos, después de la muerte seguimos en ella”, no permitamos que nos la quiten.
Ofelia Vargas y Pablo Sánchez, Peruanos del grupo Grufides (GRUPO DE FORMACIÓN E INTERVENCIÓN PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE), Hablaron sobre la experiencia minera en Cajamarca Perú donde se encuentra una de las minas más grandes del País y describieron el modus operandis de las multinacionales y los impactos que las comunidades han sufrido en su región. Inicialmente las empresas ofrecen trabajo por unos meses pero después traen gente de otro lugares, esta actividad requiere de personas especializada en el tema, a los trabajadores locales los utilizan para abrir trochas y ser guías y “la plata que ganan con la minera la destinan para poder sanarse” debido al efecto que minerales y venenos generan en la salud. En Cajamarca se han extraído 500 toneladas de roca por día ocasionando destrucción de montañas y depósitos de agua; la remoción de las rocas permite crear montañas superficiales y tanto el agua como el cianuro lo riegan en tuberías y pozos, la acumulación de aguas ácidas terminan filtrando y contaminando las aguas subterráneas, sin embargo, otros minerales se liberan afectando la salud de personas y animales, provocando concentración de venenos en peces y animales de producción lechera, que se van acumulando y se introducen en los alimentos generando intoxicación y envenenamiento. Finalmente, La minería expulsa a las poblaciones, no genera trabajos legítimos, es una forma de explotación, Cajamarca se transformó en una de las regiones más pobre del país después de que llegó la empresa minera, solo se hacen ricos los dueños de las minas, nadie más. El mensaje es claro, “las empresas mineras sí se pueden detener, se puede hacer más lenta su operatividad mediante discusiones, la opción que tenemos es la organización y no necesariamente la confrontación” señala Vargas y Sánchez.
Este foro es un espacio más donde la comunidad, líderes sociales, profesionales, técnicos y empresarios integran sus saberes y fortalecen los espacios para el debate, para el fortalecimiento de la opinión pública y la participación. Queda claro que la “Ciencia” es una forma, entre muchas, de conocer la realidad y construir conocimiento, desafortunadamente se ha convertido en una herramienta de poder por la cual muchos sectores políticos intentan controlarla. Las comunidades campesinas e indígenas nos han enseñado conocimientos diversos para construir otros mundos posibles, y mientras existan, continuará la esperanza de algún día vivir con dignidad y en armonía con la naturaleza.
Abel Arpi, defensor ecuatoriano de la Madre Tierra, enfáticamente señala que “somos América Latina y debemos iniciar la lucha juntos”. El reconocimiento de la riqueza hídrica, la flora, la fauna, la comida tradicional, la cultura y el territorio, nos debe obligar a pensar “para qué y para quién la minería”, resulta irónico imaginar que pueden “sacar el oro de las montañas para depositarlo en las bóvedas de los bancos, debemos replantearnos ése mal llamado ´desarrollo´” . Agrega que si el Estado es el dueño del subsuelo “¿acaso nosotros no somos el Estado? y por ello el subsuelo es de nosotros, vale la pena defender ese derecho”. Arpi Hace claras denuncias de los impactos sociales y ambientales que genera la minería, resaltando la desintegración, división y destrucción de los pueblos, la corrupción, la salud, prostitución, violencia, alcoholismo, contaminación y transformación del paisaje. Finalmente describe mecanismos de resistencia donde se piensa inicialmente replantear concepciones de “desarrollo” y “riqueza”, cuestionando el “mejoramiento” de la infraestructura como expresión del desarrollo que nos ofrece la actividad extractivista, dice que “la verdadera salud no consiste en tener muchos centros de salud, la verdadera salud consiste en no enfermarse”, además señala, “si dicen que somos pobres ¿por qué nos van a saquear?”. Las comunidades han dado sus vidas por defender sus territorios y “mientras tengamos la barriguita llena no tendremos pobreza”, se debe seguir fortaleciendo el estudio de las leyes y reconocer nuestros derechos para luchar por un ambiente sano y equilibrado, iniciando procesos educativos en la familia, el barrio, las escuelas, colegios, universidades, empresas… “es urgente regresar nuestros ojos a la tierra, mantener la relación madre e hijo, en la madre tierra nacimos, vivimos y morimos, después de la muerte seguimos en ella”, no permitamos que nos la quiten.
Ofelia Vargas y Pablo Sánchez, Peruanos del grupo Grufides (GRUPO DE FORMACIÓN E INTERVENCIÓN PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE), Hablaron sobre la experiencia minera en Cajamarca Perú donde se encuentra una de las minas más grandes del País y describieron el modus operandis de las multinacionales y los impactos que las comunidades han sufrido en su región. Inicialmente las empresas ofrecen trabajo por unos meses pero después traen gente de otro lugares, esta actividad requiere de personas especializada en el tema, a los trabajadores locales los utilizan para abrir trochas y ser guías y “la plata que ganan con la minera la destinan para poder sanarse” debido al efecto que minerales y venenos generan en la salud. En Cajamarca se han extraído 500 toneladas de roca por día ocasionando destrucción de montañas y depósitos de agua; la remoción de las rocas permite crear montañas superficiales y tanto el agua como el cianuro lo riegan en tuberías y pozos, la acumulación de aguas ácidas terminan filtrando y contaminando las aguas subterráneas, sin embargo, otros minerales se liberan afectando la salud de personas y animales, provocando concentración de venenos en peces y animales de producción lechera, que se van acumulando y se introducen en los alimentos generando intoxicación y envenenamiento. Finalmente, La minería expulsa a las poblaciones, no genera trabajos legítimos, es una forma de explotación, Cajamarca se transformó en una de las regiones más pobre del país después de que llegó la empresa minera, solo se hacen ricos los dueños de las minas, nadie más. El mensaje es claro, “las empresas mineras sí se pueden detener, se puede hacer más lenta su operatividad mediante discusiones, la opción que tenemos es la organización y no necesariamente la confrontación” señala Vargas y Sánchez.
Este foro es un espacio más donde la comunidad, líderes sociales, profesionales, técnicos y empresarios integran sus saberes y fortalecen los espacios para el debate, para el fortalecimiento de la opinión pública y la participación. Queda claro que la “Ciencia” es una forma, entre muchas, de conocer la realidad y construir conocimiento, desafortunadamente se ha convertido en una herramienta de poder por la cual muchos sectores políticos intentan controlarla. Las comunidades campesinas e indígenas nos han enseñado conocimientos diversos para construir otros mundos posibles, y mientras existan, continuará la esperanza de algún día vivir con dignidad y en armonía con la naturaleza.
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